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Omar Mollo dice que es más difícil componer tango que rock

Se refiere a sus comienzos en los que detestaba al género y a su éxito en el exterior, y recuerda a su querido maestro Horacio Ferrer.

En la casa de los hermanos Mollo, la música y el rock reinaron desde la infancia. Pero mientras Ricardo desandaba la guitarra eléctrica, Omar, por consejo de su padre, se sometía al sonido del 2×4. En un comienzo, la reacción fue alejarse del tango y volcarse al rock, pero muchos años después la música ciudadana volvería a ganarle la pulseada y conquistaría definitivamente la vida del cantante. “Desoír a mi padre fue rebeldía absoluta. Él, tanguero, me hacía escuchar tango todo el tiempo, hasta llegué a detestar al tango por esa razón. Pero supo ver más allá mi viejo, un gran hombre, y fue así que sentenció, o deseó eso de: vos, vas a triunfar con el tango, no con el rock”, cuenta Omar en la previa de la presentación de su disco Tangamente en Córdoba.

–Años después, el maestro Horacio Ferrer también fue alguien que te dijo que el tango te iba a hacer triunfar.

–Sí, un genial artista, poeta, que desde mis comienzos con el tango, por esas razones mágicas, la vida nos cruzó. Alguien que con esa generosidad y sabiduría creyó en mí, con mi pelo largo y mi rock, validando siempre mi laburo, mi “gran talento para interpretar”; tuve la venia del maestro, desde siempre. Y compartimos momentos muy lindos. Querido maestro.

–¿De alguna manera sentís que grabando “Balada para mi muerte” cerrás una historia que pedía un homenaje así?

–Ahora, mirando a la distancia, y ya con la partida de Horacio, lo puedo sentir, entre otras cosas, como un homenaje. Que estaba planteado estando él en vida. Cuando en Holanda grabé con el sexteto Chiquilín de Bachín, él me dio las gracias. Decía que yo honraba su poesía cantando con ese sentimiento, que él lo consideraba un homenaje… qué loco todo. Pasó a ser el homenaje que fue siempre, y por siempre.

Marcas

–“Tangamente”, el disco que venís a presentar a Córdoba, tiene un repertorio ecléctico. ¿Por qué lo armaste así?

–Con Alejandro Pont Lezica, amigo y productor, queríamos un disco que recorriera distintas épocas y momentos y tuviese algo de grandes hacedores, poetas, compositores que por alguna razón nos marcaron.

–Son todos temas indestructibles de por sí. ¿Qué creés que les aportás en tus versiones?

–Tal cual, son temas indestructibles y llenos de emoción y narrativa de vida, sensaciones. Es intenso, es un repertorio de obras maravillosas que, además, con los maravillosos arreglos del pianista Diego Ramos, brillan aún más. Junto con el contrabajo de Federico Maiocchi y el bandoneón del “Chino” Molina, todo es más enorme. Yo le aporto mi ser, mi alma y mi sensibilidad. Yo los vivo, yo canto, y te cuento la historia que estoy cantando. Omar Mollo aporta Omar Mollo.

–¿Estás componiendo tangos? ¿Pensás hacer un disco plenamente autoral en algún momento?

–No, sólo bocetos, esbozos, no es fácil componer tango. Quizás es más difícil que componer rock. Siendo yo compositor, al tango no le entro aún, el respeto es enorme. La idea es en algún momento incorporar composiciones mías, pero habiendo tanto de lindo, tanto que no ha trascendido, que no ha tenido difusión, aún hay mucho para ofrecer al público.

Mitad afuera

–Vivís la mitad del tiempo en el exterior, donde te va bien. ¿Creés que ese suceso afuera te ha legitimado en tu propio país?

–Hace 13 años que vivo parte del año en Ámsterdam, y de ahí hago gira cada año por diferentes países con orquesta típica y diferentes formaciones. Ellos admiran mucho nuestra cultura, nuestro tango, nuestras costumbres. Y para ellos soy un tipo con un lugar ganado, al que ven simple y sin un ego que opaque nada.

–El tango está ligado a la nostalgia, al desamor, a la tragedia, entre varias cuestiones. ¿No sentís que en el exterior, con el idioma, existe gran riesgo de perder esa poética y de tener una visión inacabada del género?

–Nunca sentí ese temor con respecto al idioma, ni la pérdida de la poesía, porque ahí aparece lo que me decía Horacio Ferrer: la forma de interpretar. Yo soy pasional y despojado, no veo si me despeino, o el zapato no brilla, o la camisa se arruga. Yo no hablo más que “argentino”, me dicen que no entienden exactamente cada palabra pero que entienden qué estoy contando. Te juro, es cierto, porque yo siento la energía, la emoción en sus rostros, la atención. Es muy loco, es muy intenso también.

Allá tengo músicos holandeses y belgas, básicamente, y ejecutan tango con maestría. Compartimos la música, la vida, y nos entendemos. Hermano, la música es mágica.

Premios

–Cosechaste varios premios. ¿Qué pensás que se destaca de tu obra?

–Coseché los Gardel, dos décadas de Konex, y ahora la nominación al Grammy. No sé con qué criterio eligen al momento de premiarme, pero estoy seguro de que la mirada está puesta en la calidad de lo que hacés como trabajo discográfico, y en qué hacés con tu carrera además de un disco. Un disco, si tenés billetes, lo hacés. Yo no paro, laburo acá y laburo afuera, y lo hago seriamente.

–¿Qué extrañás y qué no extrañás del rock?

–No extraño nada, porque lo hago. Si bien ya no tengo la banda, tengo mi actividad desde el rock. En Ámsterdam, con mis músicos del trío, estamos haciendo muchos temas de MAM con arreglos folklóricos. El rock está conmigo, es parte de mí. En todo caso, enriquece al tango que me ha dado tantas, tantísimas satisfacciones. Yo empecé mi vida con el folklore y así se fue sucediendo todo. Creo que el ser versátil hace que no extrañes.

–El Festival de La Falda es un gran festival de tango. ¿Cómo fue tu experiencia cuando te tocó participar?

–Para mí es el gran festival, ícono del tango por trayectoria, por las figuras que lleva. Este año fui convocado y no pude ser parte porque estaba en pleno tour en Bélgica. A nivel nacional, no tiene tal vez el reconocimiento que se merece. Yo sé cómo trabajan en La Falda, son un lujo. Pero, como en otros órdenes, por alguna razón irónica de la vida o cultural, todo lo que no es parte de lo mediático pasa de largo. Para mí ha sido siempre una honra ser parte. Se me ha tratado con tanto cariño y respeto. Tengo entrañables amigos y vínculos faldenses. Siempre ha sido una fiesta cantar en el festival. Son prolijos. Ojalá lo cuiden. Es un reservorio de cultura.

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