Home / Noticias / Cosquín, la semilla que se multiplicó

Cosquín, la semilla que se multiplicó

Este domingo se cumplieron 40 años del Primer Festival de Música Contemporánea, en Cosquín, que abrió el camino a lo que vino después con La Falda Rock, el Chateau Rock y el actual Cosquín Rock.  Mario Luna, uno de los organizadores, recuerda aquellos días.

El febrero argentino de 1976 fue uno de los más calientes de nuestra Historia. No por lo que marcaba la escala mercurial sino por los agitados días políticos que se vivían en el país. Febrero fue la antesala de una de las partes más trágicas en la vida de la Argentina. Los militares acosaban a la presidenta María Estela Martínez de Perón para que pusiera en marcha un petitorio que le habían acercado los uniformados con una serie de medidas que la democracia no estaba en condiciones de aceptar. La inflación, la lucha armada y el plan para exterminar a los grupos armados que ya habían pasado a la clandestinidad, sumados a la perversa creación de la Triple A por parte del aún más nefasto y perverso José “el Brujo” López Rega (mano derecha por entonces de la viuda de Perón), convertían al país en un infierno. De ahí al golpe de Estado había uno solo paso. Y ese paso llegó el 24 de marzo 1976. El petitorio nunca se cumplió y la amenaza de los militares se cumplió. Golpe de Estado. Comenzaba la noche más larga de la historia en el mismo momento en que las instituciones democráticas se cerraban. La Constitución Argentina era violada otra vez por los uniformados.

La cultura vernácula también sufriría un golpe de nocaut y todas sus ramas comenzaban a desintegrarse proporcionalmente al avance de las botas. Por supuesto, el rock nuestro, la música progresiva o sencillamente el rock nacional, no escapó a la barbarie. Los grupos íconos del rock fundacional ya se habían disuelto en su mayoría para dar paso a bandas igualmente buenas y creativas. Algunos eligieron el exilio; otros fueron expulsados, arrancados de sus raíces.
En aquel febrero de 1976, Córdoba no escapaba a la realidad que golpeaba a todos. Pero en aquel caluroso mes del año 1976, ocurriría algo que marcó para siempre la historia de los festivales de rock en nuestra provincia: el 21 de febrero se realizó en Cosquín el Primer Festival de Música Contemporánea. Fue la semilla que con el tiempo permitió el crecimiento de flores bellísimas como La Falda Rock y el Chateau Rock en los años ‘80) y más acá en el tiempo el Cosquín Rock y sus variantes (en la Plaza Próspero Molina, en la comuna de San Roque y actualmente en Santa María de Punilla).
Por aquel entonces Mario Luna, un joven progresista y entusiasta, junto a “Quico” Antonio Tombolini y Alejandro Barrios Pons (secretario de Turismo de la Municipalidad de Cosquín), cada uno con lo suyo, concibieron lo que pocos creían poder lograr: juntar en el mismo escenario a León Gieco, Alma y Vida, el trío Alas (con Pedro Aznar), la banda de Raúl Porchetto (Alejandro Lerner era el tecladista), Crucis (ese año fue elegida banda revelación por la revista Pelo), Litto Nebbia Trío y Los Jaivas. Charly García, con Sui Generis ya disuelto, fue el invitado especial. Con “el Flaco” Spinetta hubo contactos pero otros compromisos le imposibilitaron estar presente. Córdoba estuvo representada por Sidera Visus, Jazz Libre, Éxtasis y Claridad Nathalya.
Aquel festival, del que hoy se cumplen 40 años, fue la musa para lo que vendría después: La Falda Rock, Chateau Rock y el mega Cosquín Rock de la actualidad.
Aventura y compromiso
“Fue un festival fantástico porque ocupó un espacio vacío en Córdoba. Pero también fue una aventura y un compromiso ideológico. El festival de folklore había dejado de ser vanguardista y muchos estudiantes universitarios no tenían adónde ir. Aquel festival de música contemporánea, porque ni siquiera usábamos la palabra rock, llenó un lugar para ellos”, recuerda Luna.
Y añade: “Lo que sí faltó fue un mayor compromiso de las fuerzas vivas de Cosquín. Muchos restaurantes cerraron sus puertas y la Policía no prestó mucha colaboración. Recuerdo que sobre el final del show, mientras León Gieco cantaba Hombres de hierro, vino un comisario cuyo nombre no recuerdo y me dijo: ‘Vengo a decirle que he decidido suspender el 2 2 festival, y dígale a ese señor que está cantando que deje de hacerlo’. Y yo le dije: ‘Suba usted y dígale a ese señor que está cantando que deje de hacerlo’. Claro, el comisario se había dado cuenta de lo que estaba cantando Gieco”.
“Fue la primera vez que salieron tantas bandas juntas de Buenos Aires hacia un mismo lugar”, recuerda “Quico” Antonio Tombolini, que estuvo en la organización. “Yo tenía idea de hacer algo chico con bandas de Córdoba en el club Independiente de Cosquín y se terminó armando un gran festival que metió como seis mil personas”, agrega.
Alejandro Barrios Pons, secretario de Turismo de Cosquín en aquel entonces, contó las divergencias que se generaron en el ámbito de la Comisión de Folklore. “Que eran todos faloperos”, dice Barrios Pons que se rumoreaba en la Comisión, que terminó renunciando en pleno. “El festival se armó en 12 días, y ese año Cosquín tuvo el primer lanzamiento de temporada de las sierras, el festival de folklore, un festival pop llamado ‘La Semana de la Música’, en el que estuvieron, entre otros, Bárbara y Dick y José Luis Perales. Y cerramos con el Festival de Música Contemporánea que se convirtió en el primero en Córdoba”, rememora.
“Hubo entre cinco y seis mil personas y nosotros jamás habíamos tocado para tanta gente. Recuerdo que cuando terminamos de tocar se nos acercó Mellino (Alma y Vida) a felicitarnos por lo que habíamos hecho. Te imaginás el grado de satisfacción que teníamos”, recuerda Horacio Villalba, baterista del grupo Claridad Nathalya, que además integraban Daniel Dellavedoba y José Mansilla (voces), Miguel Machado (bajo), Jorge Freire (guitarra) y Hugo Reghis (flauta traversa y saxo).
Aunque se llamó Primer Festival de Música Contemporánea, fue el primer festival de rock en Córdoba, el que abrió el camino de los sueños, la camaradería, las noches imborrables de varias generaciones. Fue el primero y nadie sabía ni presagiaba lo que iba a venir después. Fue el primero y a pesar de que hubo mucha gente para la cantidad de público que se manejaba en la época, no hubo periodistas acreditados. De allí que el festival se mantiene vivo en la memoria de los organizadores, de muchos músicos y fundamentalmente del público que olfateaba que algo grande iba a suceder.
Por Mario Luna
Con la vanguardia del folklore en retirada hacia un extrañamiento provocado por un nefasto “Brujo”, allá por 1974, surgía, como alternativa de recambio posible, la por entonces subterránea y contracultural expresión de la música “progresiva” nacional. La elección de la plaza Próspero Molina, sede del festival folklórico de Cosquín, no era ni antojadiza ni casual como escenario para lo que sería el primer festival de rock del interior del país. Sonaba a audacia, a quimera. Pero ¿por qué no hacer el intento?
Aquel primer recital, en 1973, del trío de Litto Nebbia y Martín Maguceno, grupo local, en el Córdoba Sport Club con lleno total; esa multitudinaria convocatoria de Aquelarre en el ’74 en Atenas; la exitosísima presentación conjunta en el teatro Griego de la Banda de Porchetto y el trío Alas; el Atenas a explotar de aquel Invisible de Durazno sangrando en el ’75, abonaban mi sueño de verlos a todos juntos. La charla amanecida que tuve con Spinetta posrecital, esa calurosa noche de noviembre, terminó de convencerme de lo tenía que hacer. “Mario, me gustaría presentar este disco en el Festival de Folklore de Cosquín, ¿podés hacer algo?”, me dijo “el Flaco” con una ingenuidad supina. “Ni intentarlo –le dije–, no ahora, pero estoy decidido a hacer un festival de rock en ese lugar, con vos en primer término”.
“Contá conmigo”, me dijo.
El sueño se cumplió, pero a medias. Invisible no tocó aquel 21 de febrero. Sí estuvo Charly, que completó La Máquina a orillas del viejo río serrano. Bazterrica, integrante de la banda de Porchetto, era el guitarrista que andaba buscando. Lástima que nos advirtió un poco tarde de que encendiéramos los candiles. “El Brujo” había preparado el camino para un largo y desesperante luto nacional. Un mes y chirola después surgiría “un río de cabezas aplastadas por el mismo pie”.
link

QUE TE PARECIÓ LA NOTICIA