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“Signos” de Soda Stereo cumple 30 años

El 10 de noviembre de 1986 se editó el tercer álbum de la banda, que por primera vez logró unir su gusto rockero con su habilidad pop. Entretelones e historia. El sábado habrá un homenaje al trío en el Movistar Fri Music.

Treinta años atrás, Soda Stereo ya era mucho más que un grupo revelación o una banda en ascenso. Era el éxito del momento y no paraba de crecer. Gustavo Cerati, Zeta y Charly Alberti ya habían tenido un álbum debut con hits pegadizos y un segundo trabajo menos burbujeante y más dark, pero igualmente impecable. Habían llenado cuatro veces el estadio de Obras, eran número uno en Argentina y estaban a punto de iniciar su histórica conquista de Latinoamérica.

 Signos” logró mostrar el ADN rockero de Soda, gracias a un sonido más orgánico y canciones que de inmediato fueron clásicas, como “Persiana americana”, “Prófugos”, “El rito” y el tema que bautizó la placa, además de favoritos de los recitales como “No existes” y “Final caja negra”.

 A esa altura de su carrera, quizás Soda podría haber accedido a un presupuesto para encarar una grabación en el exterior, pero se decidió registrar su tercer opus en los estudios Moebio, nuevamente junto al técnico Mariano López. El problema es que, con tantos shows y giras por el interior del país, los músicos no tenían temas compuestos de antemano. Querían lograr algo nuevo y diferente, así que se encerraron en una legendaria sala de ensayos en la esquina de Naón y Sucre, en Belgrano R, improvisando a oscuras durante horas enteras, con un grabador registrando todo. 

 El material que primero surgió tuvo una onda acústica y soul, con el aporte de Pablo Rodríguez en saxo y Pollo Raffo en arreglos. Luego, tras agotar esa veta, fueron variando ritmos hasta llegar a una fusión más personal, y ahí finalmente fue cuando Gustavo comenzó a redondear las composiciones en su casa. En esa época, se había ido a vivir sólo a un departamento de la calle Juncal y compró su primer portaestudio, así que comenzó a escribir intensamente en forma diaria. Uno de los primeros temas que compuso así fue “Sin sobresaltos”, que incluso se usó como música incidental del video del Obras de “Nada personal”.

Un detalle evidente en “Signos” es que se trata de un álbum con letras que mantienen una hilación conceptual, y eso se debe a que Gustavo escribió casi todo en una sola noche. “Me acuerdo -dijo- que me acosté a las dos de la mañana, sabiendo que no tenía ninguna letra y que quería entrar a grabar la semana siguiente. Esa noche se rompió el bloqueo, porque me pasaba que la música iba aumentando geométricamente y la letra tan solo aritméticamente, y sabía que tenía muchas cosas para decir. Me desperté sobresaltado, puse el cassette con la música de los temas, y fui escribiendo un verso tras otro”.

 Eso sí: hay dos letras de gente ajena a la banda. Por un lado, en “Persiana americana” participó un director de cine llamado Jorge Daffunchio, que trabajaba en un colegio secundario y había enviado letras a un concurso que organizaba Tom Lupo en Radio del Plata, donde músicos como Cerati iban a ponerle música. Se conocieron, le pasó más letras y después de muchas reuniones terminaron esa historia inspirada en la película ‘Doble de cuerpo’ de Brian de Palma.

 La otra letra en colaboración fue “En camino”, con Isabel de Sebastián, del grupo Metrópoli. Cerati se reunió con ella en el estudio, le mostró la onda del disco y le dio esa música para que le pusiera letra. Isabel recordó que un par de días después tuvo listo el primer boceto de la letra. “El eje era la idea del fin de siglo, el no dejarse estar y recuperar el tiempo perdido”, algo que salió de las cosas que a Gustavo le sugería el tema y también de la onda que me dio el resto del disco”. 

 En cuanto al sonido, la mayor obsesión fue transmitir el poderoso clima que habían logrado en los ensayos. La mayoría de las tomas se hicieron una sola vez y la grabación en sí no tardó más de una semana. El problema fue que la consola se rompió a mitad de camino y el proceso se fue tornando cada vez más tortuoso y estresante. El estudio estaba destruido porque nunca le habían hecho un buen mantenimiento, y cada tanto se levantaban horas de grabación para reparar equipos. Según Charly, “Todo se rompía, ya que no dejábamos canales libres en la consola. ¡Argentina ya no aguantaba a Soda Stereo técnicamente!”.

Grabar “Signos”, entonces, se convirtió en un problema. Para peor, como se venían encima los viajes al exterior, tenían la presión de terminar a tiempo. ¡Hasta llegaron a dormir dentro del estudio! Por suerte, gracias a la habilidad de Mariano López, todo terminó bien y el álbum quedó increible. El resultado fue un disco heterogéneo, de sonido directo, más rockero, duro y emocional. “Fue el desafío de sacarnos el lastre de ser sólo una banda pop”, diría Zeta más tarde.

 Los invitados fueron Fabián Quintiero en teclados (fue su último trabajo junto a Soda), Celsa Mel Gowlanden coros, una sección de vientos dirigida por el Pollo Raffo, y Richard Coleman (tocó en “No existes”). Una vez terminada la grabación, Soda Stereo inició su primera gira propiamente dicha al exterior. Pero esa es otra historia.

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