“Hola, ¿sos el rey del día y de la noche?”, pregunta Perry Farrell del otro lado de la línea. “¿Qué?”, responde este periodista. “¡Si sos el rey del día y de la noche!”, vuelve a decir. “No, creo que no…”. “Ah, está bien. Entonces me debo haber equivocado. Había un tipo que vino al Lollapalooza Chicago este año, que también se llamaba Fabrizio –señala-. Pasaba con su carrito de golf diciendo: ‘¡Soy el rey del día y de la noche, soy el rey del día y de la noche!’. Deberías haberlo visto. ¡No lo voy a olvidar nunca!”.

Farrell es un verdadero artista, y de esos hay pocos en el mundo. Se lo puede catalogar como visionario (siempre está planificando su vida de acá a cuatro o cinco años), pionero (fue el primero en hacer un buen uso de internet, a principios de los ‘90), y creativo (sólo hay que leer cómo arrancó esta charla). Obviamente, su cuota de delirio lo convierte en alguien aún más interesante para entrevistar.

Como todo artista de pura cepa, Perry se aburre muy fácil. Por eso, justo cuando Jane’s Addiction llegaba a la cima –con “Ritual de lo Habitual”, el disco que en 1990 le dio un doble platino-, decidió romper la banda y empezar con algo nuevo.

Ahí formó Porno for Pyros. Editó dos álbumes, y cuando el grupo empezaba a despegar… ¡también dio marcha atrás! En 1997 y con Flea en el bajo, se dedicó a la vuelta de Jane’s Addiction. Desde aquel entonces, su banda de tuvo varias idas y vueltas, pero sacó otros dos discos de (el rockero “Strays”, de 2003; y el oscuro “The great escape artist”, de 2011), además de dos DVD’s.

Perry Farrell. Foto: Joao Canziani

Perry Farrell. Foto: Joao Canziani

Hace unas semanas, Farrell se despertó con la noticia de que Jane’s Addiction estaba nominada al Rock and Roll Hall of Fame. Poco tiempo antes, Dave Grohl, fanático a muerte de la banda, le había confesado que “existía la posibilidad de que los tuvieran en cuenta”. Y se les dio.

“Para mí, que amo la música desde chico y la sigo adorando, es un reconocimiento genial” declara Perry, luego de que este periodista le aclare nuevamente que no es el rey del día ni de la noche. “En mi infancia, bailaba y cantaba para que la gente se divirtiera. Nací en 1969, cuando los Beatles y la invasión británica apenas habían llegado a Nueva York. Dos de mis hermanos me llevaban una década, así que con cuatro o cinco años, ya sabía del ambiente. La posibilidad de estar en el mismo salón de la fama que tantos artistas que amo, es algo que me significa muchísimo”.

A diferencia de él, los Sex Pistols declinaron la misma invitación –hace justo diez años-, y algunos miembros de Deep Purple como Ian Gillan –inducidos recién en 2015- dijeron que “no les importaba en absoluto” la ceremonia.

Pero Farrell escapa de la pose ruda y se siente más que feliz. “Las generaciones cambian, y hay diferentes percepciones sobre las cosas. Mi hijo es un ejemplo de eso. Capaz para la gente de mi edad (57) un premio no vale nada, pero sí para ellos. Por ejemplo, Grohl y Tom Morello son más jóvenes que yo, y sienten que la nominación de Jane’s Addiction es valiosa. Por eso nos apoyan. A mí me significa un mundo. ¡Es para lo que viví desde que nací!”.

Tres años antes de esta elección –que los tiene junto a otros dieciocho artistas, como Pearl Jam, Journey, Yes, Depeche Mode y la Electric Light Orchestra-, Jane’s había recibido su propia estrella en el Hollywood Walk of Fame, el lugar que los vio crecer. “Soy muy paciente con todo, y no me gusta colarme en nada. Soy un hombre mayor, así que sé esperar. Simplemente aguardo hasta los organizadores de estas cosas que me inviten, y cuando lo hacen, acepto encantado. ¡Nunca voy a decir que no a algo así! Si no gano, se me va a romper el corazón. Pero si entro, voy a estar muy honrado y feliz, y les voy a dar un abrazo con mucha gratitud a mis amigos, por todo lo que creamos juntos”.

Las votaciones están abiertas en el sitio del Hall of Fame hasta el 15 de diciembre, pero la ceremonia recién tendrá lugar el año próximo. De todos los grupos, sólo entrarán cinco. ¡A hacer fuerza!

Perry Farrell. Foto: Keilen Photography

Perry Farrell. Foto: Keilen Photography

Un año bisagra

Además de la nominación, 2016 fue muy positivo para el grupo: Jane’s hizo una gira por Europa y los Estados Unidos tocando “Ritual de lo Habitual” completo y en orden por primera vez, y festejó el 25 aniversario del primer Lollapalooza.

Y como si eso no bastara para Farrell y compañía, editaron el box “Sterling spoon”. “Para conmemorar el 2016, nos llegó la idea de lanzar una caja limitada con seis vinilos. Fue una tirada bastante escasa, y la propuesta vino desde Warner. Es una especie de tesoro para los fanáticos”.

-Por eso no incluyeron material nuevo, ¿verdad?

-Claro. No sacamos nada que no hubiera sido propiedad del sello. Ellos querían “mostrar” el material que tenían. Lo único que hicimos nosotros fue sumar una versión en vinilo del disco “Kettle whistle” (de 1997, con Flea en el bajo). Tiene algunas de mis canciones favoritas, como “My cat name is Maceo” y “Slow divers”.
Nota del periodista: Irónicamente, esta última no fue incluida en el box por cuestiones de espacio.

-¿Los discos fueron remasterizados?

-Por lo que tengo entendido, sí. ¿No los pudiste encargar?

-Sí, pero todavía no llegaron a la Argentina.

-Ah. Sino avisame y te mando los míos.

-¡Gracias! Sé que al arte de tapa lo hizo Ernesto Yerena. ¿Cómo llegaron a él?

-Ya había trabajado con nosotros, cuando tocamos en Los Ángeles hace un tiempo. Es amigo de Shepard Fairey –otro diseñador- y lo conocimos por él. De alguna manera, creó algo inspirado en la película “Day of the dead” (1985), y le puso los elementos de Jane’s Addiction. Hay una tabla de surf, las guitarras, una cuchara de plata, el logo de California, y las esposas policiales, por “Been caught stealing”. La portada quedó muy poderosa.

-Imagino que el título “Sterling spoon” es una referencia a la heroína.

-Bueno, lo de “sterling” (plata) es porque cumplimos 25 años de toda esa estampida. Y la cuchara… (piensa). Bueno, sí, la mayoría de mis referencias son “sexo, drogas y rock and roll”. Lo sabés (risas). En mi arte no trato de ser educado, solo hablo de mis historias. Y casi todas están basadas en las “travesuras” que conllevan ser un músico.

Perry Farrell. Foto: Joao Canziani

Perry Farrell. Foto: Joao Canziani

-¿Cómo es tu vida ahora en ese sentido? En el rock and roll estás activo, y estimo que en el sexo también. ¿Qué hay de las drogas?

-Las tenés que dejar cuando vas envejeciendo. Así como me saqué el piercing de la nariz y las rastas, también paré de consumir. Creeme, no es algo que haya querido… pero la vida es así. Al ser viejo también te volvés más sabio. Por ejemplo, tenés una familia, y es primordial que estés para ellos. Yo todavía sigo de fiesta, pero no tan excéntricamente. Si hiciera lo mismo que cuando tenía 28, no podría cumplir con ningún compromiso (risas). En ese sentido estoy bien, y lleno el hueco de las drogas con otras cosas: mis hijos y los negocios. Lollapalooza viaja por todo el mundo y yo represento al festival. Tengo una vida increíble, Fabrizio. No hay un solo día en que no mire para adelante y no agradezca. Justo estaba hablando con Etty, mi esposa, sobre la elección de Trump. No salió como la mayoría quería, ¿sabés? Hillary ganó el voto popular, pero Donald se quedó con el colegio electoral. Así que parecimos ser una minoría. Gran parte del país está contenta, y eso me da una chance de ser introspectivo. La mayoría vive infeliz, porque muchas de las decisiones les son impuestas.

-¿Alguna vez te impusieron algo?

-No. Tuve una hermosa existencia, porque estuve siempre atado a la música. Muchos pueden pensar que las vidas de los artistas tienen altibajos, y es verdad. Para varios, son más los momentos malos que los buenos. Es muy complicado mantenerte por veinticinco años. Mi carrera fue más allá, y ya lleva más de treinta. Por eso, con Jane’s Addiction y Lollapalooza necesitamos levantar nuestra bandera y celebrar, para hacer cosas buenas alrededor del mundo.

Sin dudas, Perry predica con el ejemplo: en 2001, tomó todo el dinero que Jane’s Addiction había ganado en una gira, compró 2.300 esclavos sudaneses y los liberó. Incluso se arriesgó a que las tropas de ese país lo mataran, porque sus acciones fueron vistas como ilegales. Si eso no es rock…

Más allá de la música

-Apoyaste mucho la campaña de Hillary. ¿Compusiste algo después de lo que pasó?

-Sí, definitivamente. Tengo cosas en proceso, pero son muy complicadas de abordar. Me da miedo decir algo incorrecto, porque Trump es muy vengativo. No sé si viste alguna entrevista con Obama, pero me parece uno de los mayores caballeros que hubo. Era suave pero elocuente, y tuvo una compasión increíble por los seres humanos. Pasamos de eso a un maltratador de mujeres. Sé que en la Argentina tuvieron estos vaivenes muchas veces, y es lo que ocurrió acá.

-Sí, totalmente.

-¿Y cómo siguieron adelante? A mí me está pasando por primera vez. Incluso con Bush sentía que podía vivir como estadounidense. Ahora veo confusión. Es extraño, porque percibía que todos pertenecíamos por igual a este país. Igual, tenemos que trabajar juntos. Sé que es complicado, pero estoy dispuesto a poner mi parte. Mi esposa tiene todas mis letras escritas a mano, incluidas las de Trump, así que algún día las podrán ver. Quizás en algún “museo de Perry Farrell”… ¡o en el Rock and Roll Hall of Fame! (risas).