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A 10 años de la despedida de Los Piojos

En la mañana del 28 de abril de 2009, los fans de Los Piojos se desayunaron con un comunicado en su web que los dejó helados. La banda anunciaba un “parate por tiempo indefinido” y se expresaba conscientemente de forma ambigua en un texto que Mario Pergolini replicó en Rock & Pop: se tomaban un descanso, pero no se separaban; en algún momento volverían, pero no sabían cuándo. Así, tras 20 años de éxitos y desgaste interno, el grupo de El Palomar confirmaba que su siguiente show sería el último ritual en mucho tiempo.

La cita original estaba pactada para el 14 de mayo en el Club Ciudad, sede en la que nunca habían tocado antes. Pero la demanda popular los hizo mudar a la cancha de River Plate, un lugar más adecuado para semejante acontecimiento, donde el mes anterior habían cerrado el Quilmes Rock 2009 ante 60.000 personas. No podían pasarlo para el 21 porque lo tenían reservado los Jonas Brothers, ni tampoco para el 23 porque al otro día se jugaba de local. La única fecha disponible en el estadio Monumental era para el sábado 30, mismo día que La Renga tocaba en La Plata y Andrés Calamaro en el Luna Park. La prensa especializada lo definió como “Súper sábado”.

La prueba de sonido se hizo el viernes previo a la fecha. Temas como “Manjar” y “Luz de marfil” sonaron solamente para el staff y los vecinos de Núñez. También testearon “Verano del ’92” con La Chilinga de invitados y las pantallas y la pasarela donde Andrés Ciro Martínez desplegaría todo su histrionismo por última vez al frente de Los Piojos.

El cantante invitó a un fan de 28 años que le había mandado un mail emotivo cuando se enteró de la separación; quería que el sábado subiera y lo leyera frente al público. “Me sentía en El mundo según Wayne, mostrando las credenciales y pasando los controles hasta llegar al escenario”, recuerda Alejandro Dell’Osa. “Lo vi a Andrés, me saludó rápidamente, porque estaba ultimando detalles de un cambio de vestuario, y bajé a la sala de prensa y al único que vi fue a Micky Rodríguez con el bajo colgado, que iba y venía, fumando. Se sentía que era un clima de final de ciclo”.

Al otro día, el show arrancó a las 22 con “Te diría” -primero cantada a capela por Ciro, después con toda la banda- y le siguió una seguidilla de hits de todas las épocas, que fue de “Tan solo” a “Pacífico”, pasando por “El Farolito” y “Pistolas”. Un setlist generoso (31 temas) en el que Micky cantó “Fijate”, Tavo Kupinski se encargó de “Sudestada” y Daniel Buira volvió a tocar la batería en “Desde lejos no se ve” y “Cruel” como 10 años atrás. A Ciro se lo notaba menos verborrágico que de costumbre.

Dell’Osa funcionó como vocero de los fans y tomó la palabra después de “Canción de cuna”. Parado sobre el escenario dijo que había ido a 100 shows de la banda y que esperaba que alguna vez hubiera un 101. “Las despedidas son esos dolores dulces”, pronunció, citando a Los Redondos. “El frío te calaba los huesos y a eso sumale la lluvia; vi el mar de gente, se veía el vapor saliendo de los cuerpos”, describe hoy. Como souvenir se llevó la lista de temas firmada por Ciro, con una dedicatoria especial: “Para Ale, un mensajero del corazón”.

El cierre no fue con “Finale” y la lectura de banderas, como indicaba la liturgia piojosa, sino que se extendió con “Ruleta”, “Los mocosos” y el cover de “El viejo” (Pappo’s Blues). Después de tres horas de show bajo una lluvia constante, que sumó épica y amargura a la despedida, recién con “Muévelo” clausuraron el concierto, mientras Ciro arengaba con “seguir hasta que salgan las estrellas”, bordeando la una de la mañana (al límite de lo que permitía la ordenanza municipal) y una temperatura menor a 10 grados. “¡No se vaaaaan, Los Piojos no se vaaaan!”, clamaba el público.

“Fue muy emotivo; en ‘Luz de marfil’ me acuerdo que se me caían las lágrimas”, repasa Micky Rodríguez. “Era la última vez que tocábamos y era algo muy fuerte. Estábamos convencidos que teníamos que parar, que las cosas estaban dadas así. Sabíamos el tesoro que teníamos en las manos y no queríamos que se desvirtuara la idea del disfrute del ritual”. Sobre el futuro, piensa: “Yo sé que si algún día volvemos va a ser porque queremos estar juntos de nuevo y no por la guita. Hoy no me puedo imaginar un regreso, pero no cierro ninguna puerta”.

El baterista Sebastián “Roger” Cardero habla de “mezcla de sensaciones” y explica: “Traté de vivirlo como un recital más, pero era muy difícil saber que estabas tocando esos temas por última vez. Lo disfruté mucho y lo tomé como si fuese el viaje de egresados. Agarré una remera de Los Piojos y se la hice firmar a todo el plantel de la banda, en camarines, como si fuese el guardapolvo del colegio. Después lo empezaron a hacer los demás”. Respecto a la interna que detonó todo, asegura: “Había mucho cansancio y eso decantaba en la relación. Pero no estaba de acuerdo en las formas, porque se comunicó una cosa y pasó otra. Se dijo que la banda iba a parar, que se iba a ser solo un parate… Se creó un final abierto, una falsa expectativa a la gente”.

En la misma línea, Tavo Kupinski también se sintió apartado y ya venía dolido por la partida de Piti Fernández -guitarrista y fundador del grupo- el año anterior. Su lugar, de 2008 en adelante, lo ocupó Juanchi Bisio. “Lo viví con bronca el show”, admitió Tavo en el suplemento Sí! en 2010. “El River anterior, que fue el Quilmes Rock, le dediqué ‘Sudestada’ a Piti y cuando volvimos a la sala, me lo recriminaron todos. Entonces, en el último recital, primero que no me presentaron, pero dije que la cantaba igual, y después remarqué ‘Para Piti’, mirándolo a Micky a la cara. Me salió de adentro”. ¿Y el comunicado? “Yo no fui parte de la decisión de que el grupo terminara. Para mí era mejor no decir nada, parar el tiempo que queramos, sin hacer todo un invento. Ya habíamos tenido dos parates antes, pero nunca con ánimos de separación”.

Ciro sugirió en más de una oportunidad que los chispazos afloraron cuando empezó a exigir más reconocimiento por todas las funciones que cumplía en la dinámica del grupo. En 2014, en charla con Rolling Stone, confesó que odiaba cuando la gente creía que el culpable de la separación había sido él. Y argumentaba: “Soy un tipo que estuvo todos los días durante 20 años pensando en Los Piojos, en cómo mejorar el proyecto, y nunca ejercí un liderazgo despótico, ni excluyente. Pero me ocupaba de todo: me juntaba con el iluminador, el escenógrafo, el manager, el periodista que quería hacer una nota, armaba la lista de temas para el ensayo… en un momento planteé que eso tenía que ser reconocido de alguna manera”. Ese reconocimiento implicaba pasar a ganar más que todos sus compañeros, y ahí se dividieron las aguas.

Al año siguiente del último show, el cantante se hizo solista y armó Ciro y los Persas con Chucky De Ipola (tecladista invitado de Los Piojos) más algunos músicos que habían quedado fuera del casting para reemplazar a Piti, quien para ese entonces ya estaba al frente de La Franela. Tavo fundó Revelados con Pablo Guerra (el guitarrista que había reemplazado en 1991) y Roger armó El Vuelo de la Grulla con su hermano Fernando en la voz. Así se acomodaron las piezas y se desató la guerra fría, construyendo caminos por separado. Micky, instalado en San Marcos Sierras, fue el último en volver al ruedo y bautizó a su nueva banda con un nombre ocurrente (La Que Faltaba), secundado por músicos locales más jóvenes. “Los Piojos fue lo más grande que me pasó en la vida, y si ahora estoy saliendo a caminar de vuelta, es porque tengo ese respaldo”, contaba antes de su debut, cuando se la preguntaba si iba a cantar temas de su exgrupo. “Viví 20 años de mi vida con esos amigos y la pasé fenómeno, fue una historia mágica. No puedo renegar de eso”.

Tavo, Piti y Roger se movían en bloque y llegaron a organizar una fecha juntos con todos sus proyectos en Groove, hablando mal de Ciro en los medios. Tavo después entró a tocar en Las Pelotas (aparece en el DVD Vivo del Luna Park) y decía públicamente estar más feliz que con Los Piojos; su sorpresiva muerte en el verano de 2011, al volcar con su auto en la ruta 63 a la altura de la localidad de Dolores, fue un shock para todos.

Hoy Roger es el baterista de La Franela, y Ciro y Micky comparten fechas, grabaciones y productora. El último cruce fue a fines de marzo en Ciudad Jardín para los festejos por el aniversario del barrio que los vio surgir. También se sumó Dani Buira en la percusión, habitual invitado en los conciertos con Los Persas.

“Ojalá algún día podamos volver en paz y complacer a todos los fans”, soñaba Tavo en 2010. “Y si no volvemos, espero que todos terminen entendiendo que estos 20 años no fueron en vano. Dejamos buenas canciones, originales, lindos sonidos, shows potentes, crecimiento y seriedad; el legado queda en cada uno que escucha los temas hasta hoy”.

Fuente: lanacion.com.ar

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