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Marina Fages y Fernando Samalea: El desafío de convertir una gira de rock en un acto poético sobre dos ruedas

Ella es una exploradora estética. Cantante, compositora, música, pintora, muralista, lleva editados dos álbumes solistas –Madera metal (2012) y Dibujo de rayo (2015)- bien distintos entre sí, y acredita trabajos junto a Lucía Patané, El Tronador y las Chicas de Humo, entre otros proyectos.

El, de mediados de los ‘80 a los días que corren fue habitante, al mandonde su batería, y veces de su bandoneón, de varios de los mundos más creativos del rock argentino. Ahí conviven Fricción, muchas bandas de Charly García, la de Gustavo Cerati, Illya Kuryaki and the Valderramas, alguna formación de Andrés Calamaro y sigue la lista; con sus once discos solistas, un libro publicado -Qué es un long play- y otro en proceso de escritura.

Juntos, desde el 9 de marzo, Marina Fagés y Fernando Samalea van desandando a bordo de La Idílica -la BMW GS 650 del músico- los 10 mil kilómetros del Mototour, una gira que ya pasó por Córdoba, Catamarca, Santiago del Estero, Tucumán, Jujuy y Salta, y cuya próxima fecha será el jueves, en Bolivia, donde tocarán en Cochabamba, Oruro y La Paz. Desde allí emprenderán el regreso, por Chile, para cruzar los Andes y rumbo a la Argentina, con destino final en el Xirgu, el 29 de abril, con escalas en Mendoza, Rosario, Cañada de Gómez y Paraná.

“La propuesta no estuvo inspirada en ninguna experiencia previa. En verdad, es difícil explicar de dónde salió. Fue como que la idea nos tomó a nosotros”, contó Samalea a Clarín días antes de la partida.

Marina Fages y Fernando Samalea: El desafío de convertir una gira de rock en un acto poético sobre dos ruedas

A su lado, Fages agregó algún elemento más para entender el origen de todo. “En el verano pasado, hicimos unos 1.200 kilómetros, tocando en ciudades de la costa. Y resultó muy bien”, recordó la cantante, que coincidió con su compañero de ruta en que ése fue el disparador del Mototour, en el que todo tiene un formato artesanal. Samalea aporta su background de motociclista -el concepto de “vagar sin rumbo” es una constante en su vida-, y carga con el bandoneón en una de las valijas. Fagés lleva su clarinete y unos cuantos pedales para la guitarra que la espere en cada lugar al que arriban, y parece manejar la administración y la difusión de las actuaciones.

“Vamos a tocar fuerte y suave. Hacemos un par de instrumentales de Sama, canciones de mis dos discos y tres temas nuevos”, presagiaba la chica de los cabellos turquesa en la antesala de un plan que, entre sus atractivos, incluye la aparición de imprevistos que la comodidad de otros vehículos no ofrece.

“Hay algo de acto poético en esto de transportar la música y llevar todos estos cuadros -Samalea enfoca sus ojos en un par de pinturas de la dueña de casa-, que están estáticos, sobre dos ruedas, a la merced de las inclemencias climáticas, de cierta precariedad.” Y no sólo eso. La altura que transitan por estos días, también se converte en una variable que ambos tuvieron en cuenta desde que el plan pasó del plano de la imaginación al de la realidad. “No se maneja más de cuatro horas por día; por eso hay un tiempo holgado entre las presentaciones, que contempla alguna demora”, explicó ella.

En tanto él apuntó a ciertas bondades que no estarán ausentes: “Uno siempre piensa que van a suceder cosas lindas;desde el temor, es imposible planear algo así. Sabemos el esfuerzo que requiere un viaje así, pero también somos sibaritas, y nos vamos a meter en termas y cosas más clásicas del bienestar. Además, quizás haya amigos que nos vayan encontrando o acompañando en un camino,a lo largo del cual tendremos muchos momentos para escuchar, pensar melodías, disfrutar de paisajes bellísimos, apreciar distintos aromas y colores, conocer gente.”

Para Fages, el público influye en lo que pasa sobre el escenario. “Sobre todo, porque hay un concepto que excede a las canciones. La gente que nos va a venir a ver sabe que vamos a estar haciendo esta experiencia. Eso hará que los encuentros vayan más allá de lo que toquemos.” Y como lo que tocan en dúo va un poco más allá de lo que cada uno hace por su lado, para Samalea el combo es completo. “Se va a mezclar gente que conozca algo de lo que hago con el bandoneón, con el público rockero clásico que me conoce de las bandas y los músicos con los que toqué y toco, con quienes la siguen a Marina.

Para ambos es algo diferente; no es una gira de rock, ni un proyecto documental, aunque seguramente algo registraremos para hacer un pequeño corto. Se trata de conocer lugares, gente, acercar un momento de entretenimiento, nutrirnos de material sobre el que seguramente me gustaría escribir algo; ella dibujará… Nadie nos obliga a hacerlo. Para nosotros es una celebración.”

24/03: Cochabamba (Bolivia); 25/03: Oruro (Bolivia); 26/03: La Paz (Bolivia); 10/04: Antofagasta (Chile); 14/04: Santiago (Chile); 18/04: Valparaíso (Chile); 20/04: Mendoza; 25/04: Rosario (Santa Fe); 26/04: Paraná (Entre Ríos); 27/04: Cañada de Gómez (Santa Fe); 29/04 Buenos Aires.

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