El próximo 22 de diciembre se cumplirán 30 años de la muerte de Luca Prodan, el artista italiano que fue educado en Escocia y que brilló en Argentina como cantante de Sumo, un cóctel explosivo de reggae, afterpunk e ironía corrosiva que formateó el rock argentino de las décadas subsiguientes a la del ‘80, y que tuvo una prehistoria en nuestro valle de Traslasierra.
Porque fue al pie de nuestras Atlas Cumbres, más precisamente a la altura de Nono, donde Prodan encontró el refugio necesario para escapar de su adicción a la heroína y, por sobre todo, las circunstancias para armar una banda que le permitiera filtrar las ensoñaciones que lo acompañaron durante su tránsito por el circuito musical londinense, donde atestiguó cómo el punk convertía en desechos algunos valores consagrados por la cultura rock de mediados de los ‘70.
En Nono lo esperaba Timmy McKern, compañero suyo en el estricto colegio Gordonstoun (Edimburgo) y a quien le había escrito una carta conmovedora, que concluyó en un viaje alucinado para limpiarse. Y así fue que, de a poco, Luca empezó a pasearse errante por el bucólico paisaje serrano, con el mejor de los humores y predispuesto para que la vida lo sorprendiera. Y vaya si lo sorprendió con la aparición de Germán Daffunchio, el cuñado de Timmy que ya se había sacado de encima la colimba y que trabajaba como marino mercante. ¿Qué nexo tenía el hoy líder de Las Pelotas con la vibra melómana de Prodan? Una modesta guitarra acústica, que solía llevar consigo al medio del mar.
Timmy y Germán ahora están dispuestos frente a la cámara de VOS y en el mismo paraíso donde se produjo el big bang antes descripto. Y si bien se exponen al lente en la casita de Happy Valley, que Luca habitó en aquellos “años tempranos” de su sobrevida, no parecen afectados por el aniversario redondo. “No tengo presente la fecha del fallecimiento de Luca; a veces me la recuerdan algunas radios cuando me llaman… Y entonces digo ‘ah, era hoy’. Yo rescato todos los días su forma de vida, en la que Sumo sólo es el final de la historia”, dice Timmy sobre la efeméride inmediata.
Germán razona en términos similares: “No soy de los que tienen un fetiche con los números redondos. ¿Es que acaso el aniversario 31 ya no vale? No lo entiendo mucho. No me gusta aprovecharme de la situación de que era amigo de Luca y qué se yo. La tengo adentro mío a la historia, estoy tranquilo y en paz porque hicimos todo para que Luca sobreviviera. Importa lo vivido. Tengo la frustración de no haberlo podido salvar, pero no soy Dios”.
¿Recuerdan cómo fue el último show? ¿Presentían de alguna forma que se acercaba este desenlace?
–(Germán) Me di cuenta que se acercaba el final antes de un Obras… Atrás de Luca estábamos todos nosotros laburando duro, y él ya no iba a los ensayos o iba mamado. Entonces, una vez medio que nos agarrábamos a piñas para después terminar abrazados, como cada vez que nos peleábamos. Bueno, cuando lo abracé, después de esa discusión, sentí que ya se estaba yendo… Luca era apenas piel y hueso. Es más, les compartí esa sensación a todos y nadie me dio demasiada bola. Lo curioso de ese último show (fue el 20 de diciembre de 1987, en la cancha de Los Andes, en Lomas de Zamora) fue que tocamos Fuck You el doble. O sea, el doble de tiempo. Eso lo podés tomar como una despedida.
¿Recuerdan el día exacto en el que lo conocieron?
–(Timmy) Fue en la secundaria, en mi primer día en Gordonstoun. Luca venía corriendo por un pasillo y mi hermano me lo presentó. Era un tipo que hacía mucho quilombo en el colegio, con ganas de divertirse con lo que venga. El nuestro era un colegio pupilo, con seis casas en las que se hospedaban 60 chicos en cada una. Yo estaba en la misma casa que Luca.
–(Germán ) La primera vez que supe algo de Luca fue mucho tiempo antes de que él viniera a la Argentina. Recuerdo que Timmy me hizo una despedida porque me iba a hacer la colimba y, después de brindar, puso un casete con algo que había grabado “su amigo de Inglaterra”. Fue la primera vez que supe de su existencia y tiempo después me enteré de que venía. Pero nunca tuve ningún tipo de expectativa. Sabía que era el amigo de Timmy y punto. Cuando lo vi por primera vez dije “¿y este cachivache?”.