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Soda y los Redondos, el regreso de la rivalidad

Como unidas por un hilo rojo, pero esta vez el de la eterna rivalidad que se profesaron entre sus fans (y alimentada de a ratos por los propios músicos), las trayectorias paralelas de Soda Stereo y Los redonditos de ricota volvieron a unirse este fin de semana. Por un lado, el estreno mundial de Sép7timo día, el espectáculo del Cirque du Soleil sobre la banda de Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti, que este jueves comenzó en el Luna Park y que se constituirá, sin duda, en la puesta más ambiciosa y recaudadora del año. Por el otro, la presentación del sábado en Olavarría del Indio Solari y los Fundamentalistas del aire acondicionado, el grupo que formó el cantante luego de la disolución de los Redondos, y que también será -de no mediar algún otro concierto del propio Indio- el show más masivo de 2017.

Soda y los Redondos, el regreso de la rivalidad

Años atrás, y en el afán de limar asperezas, Solari declaró sentirse más cerca de Cerati que de muchos empleados bancarios. Y si bien el líder de Soda Stereo supo ser bastante crítico con la música de los Redondos, la mitología rockera recuerda algún intento de Zeta por ir a ver al grupo del Indio y Skay a Huracán (1993), desechado luego para no exponerse a un posible exabrupto de un fan. Eso sí, las hinchadas de ambos eran lapidarias: la de Soda cantando “Es para el Indio que lo mira por TV”; la de los Redondos, directamente deseándole la muerte a Cerati.

Es que el rock argentino parece navegar cómodo entre antinomias (tal vez sea parte de una cultura nacional más amplia, que engloba River-Boca, peronismo-antiperonismo, Rosas-Sarmiento, etc). Ya en 1980 la revista Hurra se preguntaba si el rock era un partido de fútbol, y teorizaba sobre un enfrentamiento entre Charly García y Luis Alberto Spinetta. La cuestión la zanjaron directamente los dos popes, con unos conciertos en Obras en el que tocaron juntos y compartiendo repertorio con sus bandas de entonces (Serú Girán y Spinetta Jade). La propia revista cubrió esos shows y terminó titulando su nota “Cuando todos pateamos para el mismo arco”.

Pero no todos tienen la altura artística ni los reflejos que tuvieron Charly y El Flaco, y los dardos venenosos entre colegas se fueron volviendo más frecuentes, convirtiendo al rock en territorio de divos y a los fans directamente en tribus. Los heavies, los modernos, los punks, los amantes del rock chabón, los sónicos, los plásticos… casi tantas tribus como banda consagrada hubiera.

Ciertas batallas fueron más lejos que otras. Se recuerda aún a Andrés Calamaro munido de un bate de béisbol destrozando cds de Charly García en alguna disquería, aunque en esa ocasión las diferencias no fueran estéticas, sino por polleras. Esta semana, y sin la fiereza de esos días, Calamaro quiso elogiar el nuevo álbum de García, pero el intento fue algo fallido: “Aunque Charlie (sic) no tiene el argumento vocal que tenía en Serú Girán y antes, aunque tampoco tenga los dedos para tocar destacados pianos, el disco es un buen disco”, escribió en las redes. Un par de días atrás, en esta misma sección, fue Roberto Pettinato quien despotricó contra el Indio Solari. Nuestro columnista dijo no creer que Solari esté enfermo (tiene Parkinson) y además opinó que sus letras no significan nada ni tienen profundidad. Y tomó partido en la separación de los Redondos: para él, el genio es Skay. Pettinato no hizo más que profundizar otra vieja antinomia, la que separaba a Sumo de los Redonditos de Ricota, bandas que en un principio fueron amigas.

Como decíamos, el destino quiso que este fin de semana Soda Stereo y los Redondos (al menos, representados por su cara más visible) volvieran a compartir cartelera y expectativas, y en dimensiones siderales. ¿Es una banda mejor que la otra? ¿Es una más grande que la otra? Sólo se trata de gustos y de fanatismos. En este caso, prefiero correrme y dedicarme a disfrutar de dos fenómenos enormes.

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