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Salvador Tiranti: “Hay algunas cosas del rock de los 90 que vuelven a aparecer”

El ex cantante y compositor de La Covacha, una de las bandas emblema de la generación post Cromañon, regresó a los escenarios después de varios años sin novedades musicales con su nuevo proyecto, Salva, en el que recala sobre las bases del rocanrol.

Salvador Tiranti, ex cantante y compositor de La Covacha, una de las bandas emblema de la generación post Cromañón, regresó a los escenarios después de varios años sin novedades musicales con su nuevo proyecto, Salva, en el que recala sobre las bases del rocanrol, y aparece en medio de una escena que para el músico presenta aspectos “interesantes” y un recrudecimiento de tristezas de la década del 90 que se deben “volver a decir”

En este nuevo materialen recala sobre las bases del rocanrol, y aparece en medio de una escena que para el músico presenta aspectos “interesantes” y un recrudecimiento de tristezas de la década del 90 que se deben “volver a decir”.

En los ’90 formó con amigos y familiares de la zona de Quilmes, Berazategui y Florencio Varela, La Covacha, un grupo que editó tres discos y que se convirtió en una referencia para el rock barrial al punto tal que en 2005, luego de la tragedia de Cromañón, estaba a punto de dar el salto a la masividad junto a Las Pastillas del Abuelo y El Bordó, pero se disolvieron.

Durante años, Tiranti mantuvo silencio hasta que recuperó las ganas de hacer música con Luis Giordano en bajo, Juan Saucedo y Leonardo Zabala en guitarras, y Rodrigo Chirino en batería, junto a quienes armó un repertorio con nuevas composiciones y con los que comenzó a dar shows hace pocos meses.

“Después de haber estado en una banda que vimos crecer durante dos décadas pensé que no iba a volver a tocar. Había vendido mi guitarra y un acordeón que tenía guardado, pero me fui cruzando con personas que me decían que tenía que pensar en volver a hacer música”, cuenta el vocalista en una entrevista con Télam, al tiempo que confiesa que en ese momento sólo se veía haciendo canciones para que su hijo las escuche.

Envalentonado por esos impulsos y reencuentros con compañeros de aventura que conocía hace años, Salvador decidió agarrar la birome y componer otra vez, rodeado de músicos más jóvenes, de los que rescata la energía que en su caso particular -después de una veintena de años al servicio de la música y atravesado por la tragedia de Cromañón- se fue transformando en experiencia; de todos modos, confiesa sentirse como si recién estuviera empezando, con “los nervios de siempre y la pasión de volver”.

“Había estado casi 20 años haciendo rocanrol y pensé que había terminado una etapa pero por suerte siempre me equivoco en lo que pienso”, dice con humor Salvador, que ya está acostumbrado a hacerse caso omiso, mientras desayuna con Facundo, su hijo de cuatro años, que lo reclama celosamente mientras charla por teléfono.

La Covacha se formó en 1993 y publicó tres álbumes: “Hay que gritar”, en 1994; “Por el mismo camino”, en 1999; y “Detrás del cielo”, en 2004, aunque continuaron tocando cada vez más esporádicamente durante nueve años hasta la disolución total en 2015.

Entre la extinción de la llama musical de La Covacha y el inicio de Salva pasaron algunos años, y la vida de Salvador tuvo algunos giros. Se casó, se transformó en padre y se dedicó de lleno a la docencia: “Algunos viven de la música y nosotros vivimos para la música”, expresa cuando se le pregunta si vivir de la música es aún posible.

“Muchas cosas se cayeron en estos años y esta es una etapa interesante, sumado a que también el país se pone un poco más feo, quienes estuvimos haciendo rock en los 90 sentimos que algunas cosas de esa tristeza vuelven a aparecer y queremos volver a decir”, recapitula con una visión crítica sobre la coyuntura actual.

Télam: ¿El rock está recuperando su rol combativo?
Salvador Tiranti: Nosotros tenemos que decir ciertas cosas porque vemos que está todo oscuro y silencioso. Cuando vuelven los malos tienen que volver los buenos, y ante el egoísmo tenemos que defendernos todos porque sino nos dejamos caer en la pobreza, en el sentido más amplio de la palabra. El rock tiene que abrazar porque los egoístas no piensan en eso. Por lo menos, nosotros tenemos que decir algunas cosas que no van a ser dichas por las personas a las que les conviene el silencio.
Hace algunos meses me vinieron a buscar para hacer un recital solidario. Hacia diez años que no me pasaba esto. Si vamos a tener que juntar alimentos, vamos a hacerlo pero también vamos a tener que decir unas cosas. Es un momento difícil y cuando las cosas se ponen duras y pesadas, los festivales que aparecen no son los de reggaeton ni los de pop, son los de rock y es el espacio que siempre tuvo en la historia, no es una casualidad.

T: Además de lo interesante de la situación actual del país, decís que muchas cosas se cayeron. ¿A qué te referís?
ST: El primer disco que grabé fue en casete y con La Covacha. Ahora grabamos por internet, de una manera fácil y la gente lo descarga gratis. La intimidad de La Covacha con el público se daba de otra forma, repartíamos los casetes en la mano, dábamos volantes en la esquina y los grandes negocios nunca eran para los músicos. Hoy está democratizada la difusión y la grabación. La gente hace lo que quiera con las canciones y nos parece alucinante, es una forma que nos gusta mucho. Presentamos una canción tal día y la gente entra a la página, escucha la canción, la descarga y después se la pasa por teléfono a quien quiera, y eso devela y saca del medio muchos negocios que estuvieron siempre.

T: Es una relación más directa…
ST: Sí, más directa y mediatizada por la nube, pero confío más en esa relación porque las bandas de rock nunca son sólo canciones, son personas en una banda, son proyectos de muchos, son movidas. Las canciones de rock transforman a las personas y los grupos. Así que la gente difunde, apoya y me parece que está bueno porque ubica al músico en el rol en el que tiene que estar, que es el de hacer música. Vamos subiendo las canciones de a poco, ya hay dos, en febrero vamos a subir otra y está buenísimo porque cambia el formato de la producción musical y permite que los cambios de matices se vayan dando naturalmente sin tener que acumular. No me gusta pensar en etapas como se entienden los discos.

T: ¿Por qué se separó La Covacha? Si bien siguieron tocando, el último material fue de 2004 ¿tuvo algo que ver con Cromañón?
ST: Es una explicación que tenemos que dar los músicos de La Covacha juntos. El rock nos enseñó que podíamos decir algo a través de la música, que podíamos disfrutar, que podíamos estar alegre, que podíamos enamorarnos, y nos enseñó a sacar el dolor. Cromañón es una herida enorme para el rocanrol y para una sociedad porque que el Pato Fontanet no pueda brindar con sus seres queridos porque esta preso como resultado de una tragedia, parece muy injusto y que los músicos estén presos es un dolor tremendo para las familias. El rocanrol estuvo al lado de los que lloraron porque lloramos nosotros también.

T: ¿Crees que después de Cromañón ciertos sectores volvieron a estigmatizar a las bandas de rock?
ST: Hay sectores que nunca entendieron el rock pero es un problema de ellos. Nosotros hablamos desde el sur, desde Lugano, desde un movimiento que nos hizo saber que hay calles para pisar y que hay otras que no, es una forma de ver la vida que no tiene que ver los niveles de consumo, que tiene que ver con una identidad compartida. Que la música nos diga quienes somos ya es bastante.

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