Los chicos de Joystick abrieron el juego a las 12:30, mientras La Máquina Camaleón hacia lo suyo en el Maing Stage 2, seguidos por Huevo y Deny. A las 14:30, Silversun Pickups llegaron desde Los Ángeles para ponerle distorsión a San Isidro, mientras Palo Pandolfo comenzaba a repasar su amplio cancionero en el escenario Alternative, haciendo base en su último trabajo, titulado Transformación.
A las 15:30, fue el momento de uno de los shows que más interrogantes generaba en la previa: la presentación de León Gieco. Mucho se polemizó y bromeó sobre la presencia de nuestra icónica figura del folk rock en el coqueto festival, pero el artista barrió con cualquier prejuicio del público con un concierto contudente, repleto de los hits que ya son parte del ADN nacional, muchos en clave rockera, como “Los Salieris de Charly”, y hasta versiones casi metaleras de “Pensar en Nada” y “El Fantasma de Canterville”.
Posteriormente, fue momento de los nuevos niños mimados de Oxford, Glass Animals. El cuarteto paseó su inclasificable estilo, que muta en segundos de la psicodelia al trip hop, pasando por la electrónica y el art pop. Y ese hiperquinético líder que es Dave Bayle estaba tan sorprendido con la respuesta del público local que no podía ocultar su felicidad. En el cierre del set, con “Pork Soda”, lanzó un ananá al publicó que bailó los temas de sus dos discos, y dijo: “son fucking increíbles”.
Ya en el anochecer de San Isidro, fue el turno de The 1975. Con una sobria y efectiva puesta en escena donde predominaron las luces púrpura y el celeste en voltaje neón, los londinenses propusieron un viaje a los ochenta de la mano de Matty Heally (que, digamos, parecía estar en su propio “viaje”) y sus hits que trazan atajos a Prince, INXS, Michael Jackson y todo el R&B de aquella década. Con “Love Me”, “A Change of Heart” y “If I Believe You”, los británicos ofrecieron el puente sonoro a los shows que hoy darán Duran Duran y The Weeknd.
Más tarde, Rancid se encargó de ir calentando el Main Stage 1 para que, horas después, Metallica lo dejase hecho cenizas. Estos pequeños dinosaurios del punk eran una de las bandas más esperadas por las crestas locales: agotaron su sideshow en el Teatro de Flores en cuestión de un par de horas (donde estuvo Ulrich entre la audiencia), y al aire libre del Lolla se metieron a fans y curiosos en el bolsillo con su punk hecho y derecho, sin concesiones, en forma de hits como “Salvation” y “Ruby Soho”.
Si había que bajar un par de cambios, The XX se encargó de revestir la noche de dulce y sensual melancolía. El oscuro trío inglés se estrenó en nuestro país con su flamante disco, I See You, pero no dejó de lado los éxitos de sus dos anteriores trabajos, que les dieron un ascenso meteórico en la escena musical y estableció su minimalismo romántico como un sonido de influencia para muchos artistas.
Metallica dio un show totalmente opuesto al de su visita anterior: si en 2014 vinieron con su tour de hits a la carta y se tocaron todos, pero todos los temas que quería el público, este regreso estuvo apoyado en el nuevo disco (Hardwired) más que en los clásicos. De ahí que el primer bloque haya sido algo tibio (“Atlas, Rise!”, “Halo on Fire”, “Moth Into Flame”) y haya explotado solamente con la aparición de algunos temas imbatibles como “The Memory Remains” y “One”.