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“Libertad divino tesoro”: la biografia de Luca Prodan

El periodista Oscar Jalil escribió “Libertad divino tesoro”, una biografía coral de Luca Prodan. Aquí, los detalles de una indagación exhaustiva para aproximarse a un mito inextinguible.

Para escribir la biografía de un artista decisivo, el primer impulso puede venir de la fascinación que éste ejerció sobre el escritor que asume el desafío. A juzgar por lo exhaustiva y bien contextualizada que está Libertad divino tesoro, la que se enfoca en Luca Prodany que recientemente publicó Planeta, el periodista platense Oscar Jalil respetaba y admiraba al frontman de Sumo.

Pero el autor no se quedó en una resonancia simbólica que el mito le generó, y aún le genera, a nivel personal. “Me interesaba no caer en el bronce, sobre todo en esta época de alta participación en redes sociales donde cualquiera puede armar su propio altar o recrear sus propias historias con Luca. Me parecía que esa no era la función de una biografía sobre semejante personaje”, le confirma Jalil sobre un trabajo que demandó casi un centenar de entrevistas.

Era ineludible una indagación de este tipo para acercarse a una parábola de vida signada por los vaivenes de una culta, nómade y aristocrática familia; por una educación represiva en Escocia; por el hecho de haber vivido de primera mano un cambio de paradigma en la cultura rock y en Londres, uno de sus puntos neurálgicos; y por un autoexilio argentino impulsado por la heroína y la promesa de una vida mansa y bucólica que no pudo mantenerse por un big bang inesperado, Sumo. Este nombre propio, precisamente, es el que más se corresponde con la “libertad” del título.

Porque ya se sabe Luca llegó a Nono luego ver una foto de su amigo Timmy McKern (compañero suyo en el Gordonstoun escocés, residente alternativo en Traslasierra y posteriormente mánager de Sumo) que le sugería una desconexión total, y terminó liderando un proyecto artístico tan fascinante como desconcertante. “Cuando arranqué, simplemente iba haciendo las entrevistas, abriendo nuevas ventanas hacia mucha gente que no conocía _retoma Jalil_. Y a partir de ese valioso material conseguido, rico en historias e incluso contradicciones, decidí que terminara siendo una biografía coral. Iba a ser muy tedioso si hubiera tenido un formato más glosado”.

-¿Por qué?

-Porque ante ese volumen de información, me parecía muy mezquino de mi parte ubicarme en un lugar preponderante del relato. Me corrí un poco del protagonismo. Y le di mucho más lugar a quienes conocieron a Luca. Por eso lo de “yo nunca me tomé una ginebra con Luca” que uso al comienzo… Hay un libro que me encanta, Por favor, mátame, la historia del punk de Nueva York, que es una biografía coral sin contextualización, ni apertura de capítulos. Mal o bien, en mi libro hay 19 aperturas con extensión de ensayo y luego, sí, los testimonios. También me pareció un buen laburo el libro sobre Tanguito de Víctor Pintos. En fin, a 28 años de la muerte de Luca, que se van a cumplir en diciembre, aún resulta increíble cómo se arman las piezas de esta historia. En un momento yo no tenía idea de cómo seguir. Era tal la cantidad de material y aun así sentía que me faltaban cosas.

-¿Qué cosas, puntualmente?

-Me faltaba Ricardo Mollo, estuve a punto de hablar con Chabán (estaba dispuesto, pero cuando se ordenó todo, su novia me dijo “hoy no amaneció bien”)… Fue una carrera obsesiva de tener a todos los importantes y fue así hasta que un momento me di cuenta de que no era tan determinante. Peleé meses por muchas entrevistas. Por ejemplo, el libro arranca en 2012 con la primera entrevista a Andrea Prodan, en Nono, Traslasierra. Y no es que estuve escribiendo todos los días desde ese momento hasta este último mayo, cuando entregué el texto. Salía una nota, a los dos meses salía otra. Mucha gente me dijo “ahora quiero hablar” después de muchos meses de explicarme profundamente por qué no lo hacía.

-¿Qué pasó con Pettinato?

-Te cuento. Yo soy de la Plata y su mánager, Frank, el mismo de Francisco Bochatón. Nos conocemos, tenemos onda. Frank me dijo “mándame las preguntas, porque él prefiere contestar por mail”. Se las mandé, las esperamos una semana más del tiempo que tenía… Frank me insistió “espéralo un toque” y así hasta que en un momento lanzó “no sé qué le pasa”.

En sintonía con la decisión de Jalil de no poner a Luca en el bronce, de humanizarlo, en el libro se leen testimonios “disonantes” como el de Daniel Melero. Efectivamente, el exlíder de Los Encargados desacraliza a Luca Prodan. “No sé si es tan así _relativiza Jalil_. Hacia el final admite ‘quizás no lo entendía tanto’ o algo así como ‘yo era tan snob como él’. Creo que Daniel estaba un poco celoso, porque Luca era muy amigo de su novia Vivi Tellas. Y acaso por eso plantea ‘yo soy el más raro, no este italiano que vivió en Londres y vio a los Sex Pistols’. Me interesaba tener a Melero para entender qué significaba el under porteño, qué pasaba en ese momento. Él era uno de los protagonistas y tiene muy buena memoria. Recuerda detalles, pinta fotos y sus análisis son interesantes”.

En charlas sin red con Germán Daffunchio, socio creativo fundamental de Luca para generar el sonido denso y apabullante de Sumo, siempre se filtra la hipótesis de que Los Redondos capitalizaron el fulgor callejero del “Pelado”. En Libertad divino tesoro, el guitarrista le pone énfasis a esta idea y se encuentra con otros testimonios afines. Jalil: “Puede ser que Los Redondos le hayan sacado el jugo a lo que significaba Sumo y redefinido su estética después de la muerte de Luca. Sobre todo, cuando el Indio se pela y jamás vuelve a aparecer con barba ni con pelo a los costados de su cabeza. Para mí fue como una sucesión lógica y no que se hayan aprovechado de esta situación”.

“Sumo no logró la masificación ni el nivel de identificación con las masas de Los Redondos, pero curiosamente los gestos de Luca como rocker pasaban por tener pleno vínculo con la gente. Eso estaba en claro en situación de bares o cuando Sumo tocaba y él salía a la puerta para hablar con todos. Y de cómo se paraba sobre un escenario. Que vos hayas tomado eso pero que luego te construyas un muro de tres metros para que nadie te vea… No sé, la gente tiene que buscar las diferencias”, redondea Jalil.

-Un tipo tan disfuncional como Luca Prodan, ¿podría desarrollarse en el rock de hoy?

-Tomando las actitudes que tenía, decís que no. Pero no hay que pasar por alto que ya estaba desilusionado al llegar acá con respecto a todo. Porque ya había visto cómo el mercado había absorbido todo lo que había generado el punk, cómo se neutralizó esa revuelta cultural. Sabía que en ese ámbito, el de Londres, no sólo no iba a poder trascender por eso, sino también por la heroína. Y entonces cae acá y encuentra que hay un mundo donde se pueden hacer un montón de cosas nuevas, pero con la certeza de que no tenía mucho tiempo de vida. Quiero decir, se me hace difícil proyectar a Luca en el tiempo. Igual, había concesiones en Sumo: grababan en CBS, iban a Feliz Domingo, al programa de Moria Casán, no eran Los Redondos. Pero se cagaban en todo eso, también. Loe veían como una manera de no tomarse tan en serio. Lo que más me encanta y rescato, de Luca y de todos los Sumo, esa naturalidad de ir para adelante sin importar cómo. Nunca más se repitió eso. Las Pelotas y Divididos tomaron algo, pero ese frontman, esas guitarras en tensión, la base demoledora y Pettinato tocando cosas desquiciadas, y todo generando algo perfecto, nunca más volvió a pasar.

Entrevista en La Voz, sección Vos.

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